Centro Escolar Presidente Lázaro Cárdenas
Izúcar de Matamoros, Puebla
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Productos de América para el mundo y del mundo para América
La América indígena aportó al mundo numerosas especies vegetales domesticadas. Estas constituyeron el 17% de los cultivos que se consumían entonces en todo el orbe. Entre ellas se pueden destacar: el maíz -base alimenticia de los indígenas-, la papa, los frijoles, el cacao, la mandioca o yuca, el tabaco, la coca, los tomates, el maní y numerosas frutas tropicales (piña, chirimoya, mango, entre otras). Los europeos, por su parte, introdujeron los cultivos de cereales, leguminosas, diversas hortalizas, la vid, el olivo, la caña de azúcar y algunas especias, muchas de ellas de origen asiático. Asimismo, los animales que acompañaron a los conquistadores españoles se reprodujeron y dispersaron rápidamente por todo el territorio americano. Caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves de corral comenzaron a pulular en todo asentamiento humano, incluso indígena. En un comienzo los conquistadores españoles menospreciaron la agricultura, volcándose principalmente hacia la minería. Sin embargo, los centros mineros no podían subsistir sin agricultura y ganadería, pues debían resolver los problemas de alimentación y transporte. Así, en torno a las explotaciones mineras tempranamente se establecieron haciendas y estancias, cuya producción de trigo, carne de cerdo, mulas, maíz, cueros y sebo se dirigió a satisfacer las necesidades de la población minera. A lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, la agricultura se transformó en la actividad económica más importante en América. Ello se debió principalmente al crecimiento de la población, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos; a la valorización social que otorgaba la posesión de la tierra; y al establecimiento de numerosas haciendas y estancias en territorios que antes no se destacaban por su productividad. Es importante señalar que las comarcas agrícolas se dedicaron más a la satisfacción de las necesidades del mercado interno, que a la exportación hacia la metrópoli. España, en virtud del monopolio comercial que ejercía sobre sus colonias, no fomentó el cultivo masivo de aquellos productos que podían competir con los que se producían en la península. Sí hubo un importante comercio exterior representado por el azúcar, algodón, café, cacao, vainilla, tabaco y añil que se cultivaron industrialmente.
GUANOEs el nombre que se le da a los excrementos de las aves (sobre todo marinas) y murciélagos cuando éstos se acumulan. Puede ser utilizado como un fertilizante efectivo debido a sus altos niveles de nitrógeno. El suelo que es deficiente en materia orgánica puede hacerse más productivo si se le adiciona el guano. El guano se recolecta de varias islas del Océano Pacífico, particularmente del Perú y en otros océanos. Estas islas han sido el hogar de colonias de aves marinas por siglos, y el guano acumulado tiene muchos metros de profundidad. El guano de las islas en el Perú fue explotado en el siglo XIX y principios del siglo XX y fue su gran producto de exportación durante dichos siglos. Gracias al guano se incrementó significativamente el nivel de exportaciones peruanas al mercado estadounidense. Gracias al negocio de la explotación y venta del guano, los ingresos del gobierno peruano se incrementaron de manera significativa.
CAUCHOEn el siglo XIX el caucho era para la industria británica una materia prima imprescindible. Los árboles del caucho existían sólo en la selva subtropical, la que fue explotada sin tomar en cuenta en ningún caso el daño ecológico de ese espacio. Con mucho esfuerzo se trasladó una importante fuerza de trabajo en busca de tan valiosa materia prima. La demanda subía mucho más que la oferta y los precios escalaban sin cesar. Una pequeña capa de comerciantes se enriqueció rápidamente con la economía del caucho. En el medio de la selva quedó, como símbolo de la fase del boom del caucho, el edificio de la Opera de la ciudad de Manaos. Pero la economía del caucho, tal como creció velozmente, declinó a partir de 1912. Los británicos, con engaños y artimañas llevaron de contrabando hacia el sudeste asiático plantas de caucho que se adaptaron sin dificultad y rápidamente produjeron mucha más materia prima que la que se extraía naturalmente de los árboles que existían en la selva amazónica. Los precios cayeron, la demanda del caucho natural disminuyó y el ciclo de la producción y el consumo degeneró.
AZÚCAREl despegue económico cubano se debió principalmente al azúcar. En realidad la caña de azucar venía cultivándose desde el siglo XVI. El gran problema de los cultivadores de caña del área circumcaribe (México, Venezuela, etc.), era el abaratamiento de la venta de azúcar elaborado, para lo cual resultaba esencial mano de obra esclava, bajos fletes terrestres y marítimos y capital de inversión en los ingenios azucareros. Cuba resolvió desde muy pronto el problema de los fletes, pues por su carácter insular y alargado podía contar con numerosos puertos cercanos a los cañaverales, lo que eliminaba los fletes terrestres. Por su carácter estratégico de cercanía a grandes mercados consumidores (el español, el norteamericano y algunos circumcaribes) contó además con unos fletes marítimos bajos. Desde fines del siglo XVII empezó ya la sustitución de las estancias ganaderas (las primeras fueron demolidas en 1730) por las plantaciones. A esto se sumó la importación de esclavos, produciéndose el primer gran desarrollo azucarero. Los plantadores hicieron grandes capitales con la exportación y finalmente afrontaron la tecnificación de la producción, sobre todo cuando quedaron dueños de los mercados, gracias al hundimiento de la industria azucarera haitiana. En 1797 se introdujo la primera máquina de vapor en una plantación de la isla y a partir de esa fecha puede hablarse de una auténtica sacarocracia en Cuba. Las exportaciones cubanas que eran el 16,6 por ciento del total del azúcar consumido en Estados Unidos pasaron al 28,2 por ciento entre 1897/1901 y 1932. Un crecimiento más espectacular tuvo la producción de Puerto Rico, que en las mismas fechas pasó de significar el 2,1 por ciento del consumo al 14,7 por ciento. El crecimiento de la industria azucarera de Puerto Rico se debió a fuertes inversiones de capital norteamericano, en un muy corto espacio de tiempo, en tierras y maquinaria. Puerto Rico se convirtió en monoproductor de azúcar, con el consiguiente retroceso de los cultivos de café (que había conocido una gran expansión en las dos últimas décadas del siglo XIX) y del tabaco.
CAFÉEl café fue el producto de la agricultura tropical que conoció una de las más rápidas y notables expansiones, a tal punto que el consumo mundial aumentó durante el siglo XIX a un ritmo superior al crecimiento de la renta de los países desarrollados. El mercado más importante fue el norteamericano, que en la década de 1880 absorbía el 40 por ciento de la demanda mundial. En Europa, los mercados más destacados fueron Francia y Alemania. El dinamismo de la demanda exigió una rápida respuesta de los posibles productores. La expansión de sus cultivos transformó el paisaje de las regiones intertropicales de media altura, como en algunas zonas de Colombia, Venezuela, México y América Central y desplazó a los productores tradicionales, establecidos en las Antillas, que vieron peligrar las posiciones adquiridas en el pasado. Las existencias se venderían de forma gradual, a fin de evitar la caída en picada de los precios. Del sistema no sólo se beneficiaron los productores, sino también los bancos que los habían financiado. La costumbre de retener las cosechas del café en épocas de sobreproducción y precios bajos se extendería en el futuro, pese a sus costos elevados. Debido a las reserva del café brasileño, Colombia pasó de exportar una media anual de más de 220 mil sacos en el quinquenio 1880/84 a casi 617 mil en el período 1905/09. Los sistemas de explotación del café dependían básicamente del régimen de propiedad de la tierra existente y variaban de un país a otro, de una región a otra. En Guatemala y México encontramos grandes haciendas cafetaleras, mientras en Colombia predominaba la mediana explotación y también nos encontramos con haciendas a cargo de arrendatarios. Pese a esta diversidad, en casi todos los casos destacaba la debilidad de los productores frente a los comerciantes. Uno de los motivos de esta debilidad era la escasa flexibilidad del cultivo del café para reaccionar con rapidez a las variaciones de la demanda. Cuando por fin habían madurado los cafetos sembrados en una coyuntura de aumento de precios, el productor se podía encontrar con que la situación había cambiado radicalmente y que sus nuevas plantas incrementaban los efectos de la sobreproducción y de la caída de los precios, dado su prolongado tiempo de maduración. La especulación estaba a la orden del día y era favorecida por las variaciones estacionales de los precios y por las oscilaciones de los mercados internacionales, debidas especialmente a las crisis de sobreproducción. Las crisis se repetían con cierta frecuencia: 1896, 1906, 1913. Gracias a ellas los comerciantes alemanes establecidos en Colombia pasaron a controlar el 60 por ciento de las tierras dedicadas al cultivo del café, que explotaron más productivamente que las haciendas controladas por los terratenientes locales. Los productores sabían que el Estado subsidiaría sus cosechas mediante el pago de un precio superior al que se pagaba en los mercados internacionales, de modo que no estaban interesados en reducir sus explotaciones.
BANANOHacia 1516 el padre Tomás de Berlanga lo introdujo en la isla La Española, en el Caribe, probablemente llevándolo desde las islas Canarias, donde se cultiva desde 1450. Tradicionalmente América Latina, y concretamente el área comprendida desde el sur de México hasta Ecuador, ha sido uno de los mayores centros productores de banano en el mundo, desde que se inició la producción y exportación del rubro en el decenio de 1870, bajo el impulso, y también la «opresión», de grandes empresas multinacionales agroalimentarias. Estas grandes empresas han funcionado en el territorio latinoamericano como economías de «enclave», sin promover un crecimiento equilibrado de las economías nacionales donde operan, limitándose los beneficios recibidos por esos países a la transferencia de tecnología y al pago de sueldos y salarios y prestaciones sociales a la mano de obra local.
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